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Junto con la obra, el Centro cultural  de la Universidad de Lima ha montado la exposición bitácoras de guerra

En la intimidad de la batalla

Bajo la batalla de Miraflores desciende al sótano de nuestra historia

Publicado: 2016-10-29

La batalla de Miraflores tuvo una amplia participación de civiles. La ruina del Ejército del Perú en la campaña del sur y en San Juan obligó a poblar la última línea de defensa de Lima con el Ejército de Reserva. El 15 de enero de 1881, abogados, comerciantes, estudiantes, contadores y agricultores se batieron con coraje, pero sin tener preparación castrense, armas modernas ni suficientes municiones. Por su lado, el resto de ciudadanos fue presa de la angustia y del terror, sentimientos gatillados por la cercanía del escenario de operaciones a la capital y los horrores desatados en Chorrillos dos días antes. La batalla también se vivió en la intimidad.  

A pesar de ello, las experiencias personales, tanto de los combatientes como de sus familiares, no suelen protagonizar los relatos acerca del enfrentamiento y, en general, sobre la Guerra del Guano y el Salitre. Las narraciones militares priman sobre las subjetivas. En contraste con lo sucedido en Chile, en el Perú nunca llegó a desarrollarse una industria editorial de diarios y cartas de los soldados. Tampoco contamos con museos que interpreten la historia a partir de la versión de los civiles o, menos aún, de las mujeres. Incluso las fuentes testimoniales existentes sobre lo vivido aquel día tienen poca difusión. Ese es el caso de “Impresiones de un reservista”, de Manuel González Prada, o del folleto “Recuerdos de la Guerra con Chile (Memorias de un distinguido)”, de José Torres Lara.

Asalto al reducto n. º 2 de Miraflores. Acuarela de Rudolph de Lisle

Los alcances y significados que tuvo la invasión para la población limeña y miraflorina son ignorados, tanto como sus huellas físicas, presentes aún en las calles como cicatrices en la piel. De los cinco reductos que participaron en la batalla, solamente el Nº 2 y el Nº 5 mantienen el recuerdo de lo sucedido, pero el segundo no es de acceso público. Otros dos (Nº 3 y Nº 4) son parques (Castilla y Matías León) que no cuentan con leyendas del pasado. La expansión urbana ha cubierto bajo el asfalto, césped y cemento el lugar donde miles de peruanos protegieron la ciudad de la única invasión extranjera que ha sufrido a lo largo de su historia.  

“Bajo la batalla de Miraflores” es, en ese sentido, una oportunidad para descender al sótano de nuestra memoria colectiva y experimentar las tensiones vividas por una familia cercada por la violencia. Aunque se sitúa en la periferia de la guerra, penetra en sus significados y consecuencias más profundos. Al hacerlo, demuestra que no es necesario recurrir a los clásicos prototipos del imaginario heroico para ponerse en la piel de los hombres y mujeres del siglo XIX ni para evocar el contradictorio coctel de emociones y actitudes humanas que irrumpen cuando resulta obligatorio ponderar la vida: el miedo a la muerte, la perfidia ratonera, el arrojo inesperado. 

En la intimidad de las batallas también se encuentran las claves para comprenderlas y explotar las lecciones que nos dejan. 

*Publicado originalmente en el programa de mano de la obra de teatro Bajo la batalla de Miraflores (Centro Cultural de la Universidad de Lima, 2016).

Bajo la batalla de Miraflores incorpora la mirada y experiencia de las mujeres en la guerra


Escrito por

Santiago Alfaro Rotondo

Sociólogo que navega entre el desarrollo y la política cultural


Publicado en

Resonancia

Un blog - archivo con mis artículos publicados en otros tiempos, en otras imprentas, en otras pantallas.