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Informe elaborado por la CISAC, EY y Unesco. Imagen: Unesco

Economía sin política cultural

Dos informes de la Unesco analizan el lugar de la cultura en la economía global y las políticas públicas*.

Publicado: 2016-01-30

En diciembre, la Unesco publicó dos informes que le miden el pulso a la economía y política cultural contemporánea. El primero se denomina “Tiempos de cultura: el primer mapa mundial de las industrias culturales y creativas” y fue desarrollado conjuntamente con la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) y EY (anteriormente Ernst & Young). Analiza los ingresos, capacidad para crear empleo, influencia en la economía digital y la presencia en mercados informales de 11 sectores, clasificados como industrias culturales y creativas: artes visuales, televisión, artes escénicas, libros, películas, música, radio, periódicos y revistas, videojuegos, arquitectura y publicidad.

La información ofrecida confirma la importancia adquirida por la “economía creativa” en el capitalismo global. En el 2013, todos estos sectores aportaron al 3% del PBI mundial, generaron ingresos que superan a los de los servicios de telecomunicaciones, contribuyeron con US$ 200 mil millones a las ventas digitales mundiales y crearon más puestos de trabajo que los de la industria automovilística de Europa, Japón y Estados Unidos en su conjunto (29,5 millones de empleos frente a 25 millones).

Como lo destaca Irina Bokova - Directora General de la Unesco- en la introducción, el documento contribuye a cuantificar el aporte de la cultura al desarrollo de las sociedades. Sin embargo, en términos políticos, también reproduce los sesgos del enfoque de moda de las industrias creativas: aquellos que enfatizan el valor económico sobre el valor simbólico de la cultura, incentivan la inversión pública en la oferta y el “talento creativo” antes que en la demanda y la formación de públicos, concentran su atención en los modelos de negocio de las grandes empresas y no en los de las micro y pequeñas y difunden una visión convencional de los derechos de autor, no necesariamente confluyente con el derecho de los consumidores.

La ficción televisiva es de los pocos productos latinoamericanos de circulación global. Imagen: ABC

Economía política de la cultura

En cambio, el segundo informe, “Re|pensar las políticas culturales”, contiene una perspectiva más integral y crítica acerca de la de la configuración actual de los mercados culturales y del rol de la política para promoverlos. Reúne contribuciones de 14 expertos con el objetivo de evaluar la evolución y el impacto de la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de Expresiones Culturales, el principal instrumento jurídico internacional adoptado por la Unesco para garantizar el “derecho soberano de los Estados” a formular políticas culturales en el contexto de la globalización.

El texto también ofrece cifras sobre el impacto económico de la cultura. Por ejemplo, señala que entre el 2004 y el 2013 la exportación de bienes y servicios culturales se duplicó, pasando de US$108.4 mil millones a US$212.8 mil millones, respectivamente. Sin embargo, a diferencia del primer informe, éste reconoce y examina la persistente desigualdad en los intercambios. En el mismo período de tiempo, las exportaciones de los países emergentes (sin contar a China e India) solo aumentaron en 5.2%, obteniendo una cuota de mercado del 19.5% en el 2013. Es decir, el 80.5% del comercio mundial de bienes y servicios culturales de ese año estuvo controlado por países desarrollados. Hay “plata como cancha” en la cultura pero desigualmente distribuida.

El MICA forma parte de una política argentina dirigida a promover la comercialización de sus producciones culturales. Fuente: Ministerio de cultural de la nación

Para reducir estas brechas y, en general, garantizar la diversidad cultural, la Unesco recomienda a lo largo del texto medidas dirigidas a ampliar la movilidad de los artistas, promover los derechos humanos y libertades fundamentales, integrar a la cultura en marcos de desarrollo sostenible y apoyar sistemas de gobernanza cultural a través de mejores políticas, medios públicos, entornos digitales y vínculos entre el Estado y la sociedad civil.

Más allá de sus particularidades, lo que dejan claro los dos informes de la Unesco es que una economía sin política cultural no solo reproduce desigualdades y limita la calidad de vida de los ciudadanos. También reduce las alternativas para diversificar los aparatos productivos. Esto es lo que se discute a nivel internacional. Puro “velasquismo” para la política local.

* Artículo publicado originalmente en la edición de enero del 2016 de la revista PODER.


Escrito por

Santiago Alfaro Rotondo

Sociólogo que navega entre el desarrollo y la política cultural


Publicado en

Resonancia

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