El Teatro de la ciudad para la ciudad
El Teatro Municipal de Lima cumple 95 años el 28 de julio con el reto de diseñar una política cultural y un modelo de gestión a la altura de los teatros públicos contemporáneos.
El diplomático y abogado tacneño Manuel María Forero, entusiasmado por la celebración del centenario de la independencia, construyó el Teatro Forero y lo inauguró el 28 de julio de 1920. Nueve años después, a mediados de 1929, el Consejo de Lima lo compró y rebautizó, cambiándole el nombre por el actual: Teatro Municipal de Lima (TML).
Antes que encargarse de su gestión, el Consejo lo puso en alquiler por un período de tres años a cambio del pago de 250 mil libras peruanas mensuales y el 5% del producto bruto de todas las funciones. Las bases del contrato obligaban a los empresarios que lo firmasen a programar espectáculos que estén “en armonía con la cultura de la ciudad” y solo ofrecía subvenciones si eran óperas de “primer orden” (1).

Enrico caruso iba a presentarse en la inauguración del forero pero canceló su viaje a último momento
La combinación de alta cultura y gestión indirecta a través de concesiones fue la fórmula usada para poner en funcionamiento el Teatro Municipal como servicio público. A lo largo del siglo XX, la Municipalidad asumió mayores responsabilidades en la administración del Teatro y aceptó incorporar a la cultura popular en su programación. Sin embargo, hasta el incendio de 1998, mantuvo los principios generales de ese modelo, privilegiando la música sinfónica, el ballet, la zarzuela y la ópera sobre otras expresiones, y ofreciéndolo siempre en alquiler.

la carencia de personal técnico propio contribuyó al incendio del 28 de agosto de 1998
De la ilustración al pluralismo, de la gestión indirecta a la directa
Luego de su reconstrucción, entre el 2011 y el 2014, la fórmula cambió. Por un lado, fueron conformados y capacitados equipos técnicos, de limpieza y de anfitrionas capaces de asumir el montaje de todos los espectáculos. Por otro, la oferta del TML se diversificó gracias a la creación de diferentes programas de artes escénicas contemporáneas (FAEL, Residencias, Plazuela de las Artes, Plazuelita, Plazuela Abierta), la coproducción de musicales con Preludio, la realización de cuatro temporadas del Ballet Municipal de Lima (BML) y la organización de conciertos de múltiples géneros, incluyendo los clásicos, el rock y la música andina. En ese período de 4 años, el 26.6% de los eventos organizados en la sala principal fueron producciones propias, el 38.3% coproducciones y el 35.1% alquileres.
Además, se diseñaron nuevas estrategias de comunicación (cuentas en Facebook y Twitter, slogan, logo y web), gestión de públicos (concursos, convenios con estacionamientos, funciones gratuitas y conversatorios formativos), uso intensivo de las diversas instalaciones para actividades culturales (Plazuela de las Artes, Salón de los Espejos, Museo Municipal de Teatro) y de financiamiento (al crearse un Fondo Fideicomiso que permite al TML usar la taquilla para su propio desarrollo). Del modelo de gestión indirecta y programación ilustrada se pasó a otro de gestión directa y oferta plural que permitió incrementar sostenidamente la asistencia y recaudación.

el fael llevó mucho teatro y danza contemporánea al municipal
Hoy es incierto el destino de este tránsito. La actual administración municipal no solo ha reducido el presupuesto del TML drásticamente y desmantelado los programas y las estrategias desarrolladas anteriormente (2). También cambió a casi todo el personal técnico, un tipo de profesional escaso en nuestro medio. Por eso ahora los empresarios de espectáculos deben llevar sus propios trabajadores, la actividad escénica (fuera de las temporadas de Preludio y el BML) ha descendido y no se logró realizar en enero el mantenimiento anual del Teatro, básico para prevenir accidentes.
Antes que regresar a fórmulas de anteaño, el Teatro Municipal requiere profundizar la adopción de un modelo de gestión que evite convertirlo en el útero de iniciativas ajenas y le permita a la Municipalidad diseñar una programación propia a través del uso de las herramientas de gestión contemporánea: políticas de precios, programas de formación de públicos, técnicas de captación de patrocinios y estrategias comunicativas. A la vez, al ser un teatro público, financiado con los recursos de los ciudadanos, el Municipal está obligado a desarrollar una política dirigida a reconocer la diversidad de expresiones culturales de la ciudad, no solo a democratizar la alta cultura (3).
La “obra” no está solo en la construcción de edificios sino en la generación de servicios culturales profesionales, diversos, accesibles y de calidad para la ciudad.
*Artículo publicado originalmente en la edición impresa de julio de la revista PODER.
(1) Fuente: Boletín Municipal Nº 1196 del 30 de junio de 1929.
(2) El único programa que ha sido continuado es el de las funciones gratuitas del BML y Preludio pero bajo otro nombre y dinámica y sin el objetivo, al menos explícito, de formar nuevos públicos. A nivel comunicacional, a pesar de tener más seguidores (124 mil) que la del Teatro Colón de Buenos Aires (105 mil), la página del FB del TML ya no es utilizada. La página web, diseñada el año pasado y capaz de ampliar la información del público, nunca fue promovida: http://teatromunicipal.pe/
(3) La sugerencia es extensiva al resto de teatros municipales del país, donde continúa vigente el anacrónico modelo conformado por el binomio administración - equipo técnico, a nivel de gestión, y la inclinación hacia la tercerización o alquiler, a nivel programático. Los mejores teatros públicos del mundo poseen equipos multidisciplinarios y una hetrogénea oferta propia.